Prevalencia de las adicciones en México.

Para empezar, ¿Qué es una adicción?  

Sussman y Sussman (2011) nos ofrecen una exhaustiva revisión de trabajos publicados de los que se extrae una definición del concepto de adicción que puede aplicarse tanto a sustancias como a comportamientos. Deducen que toda adicción conlleva los siguientes síntomas o indicadores: - Capacidad para ‘engancharse’ en conductas de las que se derivan consecuencias reforzantes. - Excesiva preocupación por el consumo, o conductas de las que se desprende un refuerzo positivo. - Tolerancia o nivel de saciedad temporal. - Pérdida de control, en donde la frecuencia de la conducta se incrementa haciéndose cada vez más automática. - Dificultad en detener o evitar dicha conducta, a pesar de la existencia de importantes consecuencias negativas.



Koob y Volkow (2010) definen la adicción como un proceso crónico caracterizado por: 
- Conducta compulsiva de búsqueda y consumo.
 - Pérdida de control. 
- Emergencia de reducción de un estado emocional disfórico o negativo (ansiedad, irritabilidad). presentándose un síndrome de abstinencia solo capaz de ser aliviado con el consumo de la sustancia. 


El Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Sustancias Psicoactivas, es el área de la Comisión Nacional contra las Adicciones encargada de brindar información objetiva, confiable y comparable a nivel nacional sobre la salud mental, el consumo de sustancias psicoactivas, con el propósito de orientar el diseño de políticas públicas y programas para la prevención y atención integral de la población.
El objetivo principal de la CONADIC sobre la Situación de la Salud Mental y el Consumo de Sustancias Psicoactivas en México es analizar y comunicar la situación actual del consumo de sustancias psicoactivas desde el enfoque de reducción de la demanda.


La evidencia científica ha demostrado que la interacción de diversos factores de protección y de riesgo en diferentes contextos, como el personal, el familiar, la escuela, la pareja, la influencia del entorno físico y socioeconómico, pueden hacer a una persona vulnerable al consumo de sustancias psicoactivas y a desarrollar trastornos relacionados con su uso.

En este sentido, la prevención tiene como objetivo que aquellas personas que no consumen no inicien el consumo de sustancias, que aquellas personas que han iniciado el consumo eviten la transición hacia la dependencia y que quienes tienen consumo problemático, reduzcan los riesgos asociados al uso. Dichos objetivos convergen en la Estrategia Nacional para la Prevención de las Adicciones “Juntos por la Paz”, que a través de la cooperación interinstitucional busca atenuar los factores de riesgo y fortalecer los factores protectores, especialmente en el caso de niñas, niños y juventudes.
Se toma en cuenta la morbilidad y mortalidad asociada al consumo de sustancias, la cual se obtiene del Sistema Nacional de Salud, a través de sus subsistemas de atención hospitalaria. Del mismo modo, se presentan datos sobre la carga de enfermedad, a partir del estudio que periódicamente realiza el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington

El estudio de la salud mental y las adicciones debe darse en interacción con distintos fenómenos de carácter biológico, social y cultural, pues los cambios en estas esferas tienen impacto en cómo viven las personas, sus hábitos y cómo enfrentan diversas situaciones de la vida cotidiana. A pesar de que la humanidad ha enfrentado cambios a lo largo de su historia en función de sus condiciones de salud, sin duda alguna, un hecho sin precedentes como la pandemia por COVID-19 ha generado devastadoras consecuencias a nivel mundial, como altas tasas de fallecimientos, secuelas en la salud de las personas que han padecido la enfermedad, consecuencias adversas derivadas de las medidas de confinamiento,  la pérdida de seres queridos, desempleo, y por supuesto, repercusiones en la salud mental de las personas.








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